
“Al principio sólo existían el hombre y la naturaleza”. La niebla cubre todo. Las montañas de Escandinavia fortalecen el sentido de pertenencia del hombre para con la madre tierra. La idea de ser elemento y parte de un universo forjado para ser justificación de la violencia inherente en el ser humano. El miedo aparece. Se nota en la mirada de los hombres que deben soltar al más temible guerrero, al ser con el más desarrollado instinto asesino, al que vino del infierno. Paradójicamente, es un esclavo, un cautivo utilizado únicamente para pelear y dar ganancias al clan que lo tiene. La ira está en él. El rojo sangriento se impregna en sus sueños. El momento llegará y él estará preparado, listo y sin remordimientos. Sin piedad. Pero también tiene un salvador su alma. Un nexo con la vida, con el ser humano que yace dentro de él. Un niño que le da de comer será su compañero en la huída. Será la única alma que pueda salvar, la única que querrá salvar. El guerrero de un solo ojo venido del infierno encontrará el camino de su redención. Y tendrá que pagar el precio por recorrerlo.
Valhalla Rising es una película danesa del 2009, cuyo director es Nicolas Winding Refn, y que cuenta con la actuación principal de un gran Mads Mikkelsen (Arthur, Quantum of Solace, Clash of the Titans). Nos narra las peripecias de un guerrero llamado One-eye (un ojo) y un muchacho, a través de las montañas de Escandinavia, y su viaje, junto a un grupo de guerreros cruzados, hacia la tierra santa. Está dividida en seis capítulos que componen una ilación de sucesos y estados mentales y de ánimo. Va desde la ira hasta el sacrificio. Lo más impactante de la película es el personaje de Mads Mikkelsen. El imponente y atemorizante One-eye. Sobrio, natural, solemne –sin caer en la cursilería-, convierte a su personaje en una especie de nórdico ronin vengador quien, junto al niño sin nombre, viajará a través de las montañas danesas y aguas desconocidas. Imposible no compararlo con los personajes de Lone Wolf and The Cub.




Mike B-Side