Radio Lado B Flash

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jueves, 24 de septiembre de 2009

THE CLASH, WEST WAY TO THE WORLD


Joe Strummer: "El origen es tal vez instinto, no intelecto". Stones, Hendrix, Cream, Beatles, Yardbirds, Kinks... todo mezclado en el momento y lugar adecuado. Qué obtienes? La única banda que por un tiempo importó. The Clash fue una banda de izquierda? Puede ser. Anarquista? Puede ser también. Who knows? De lo que se puede estar seguro es de que fueron producto de diferentes ambientes. The Clash no fue un grupo de aprendices de músicos llevados al escenario sin Complete Control. Estudiantes de arte sin futuro, no por la falta de calidad, sino por la calidad diferente en sus venas, The Clash se formó para expresar, no para destruir. Mick Jones alguna vez, en otro documental dijo: "La diferencia con los Pistols era que ellos querían destruir todo, nosotros teníamos una visión más positiva de la vida". Joe Strummer again: "Eramos oyentes acérrimos". "La vida era en blanco y negro". Formados en el fragor de la lucha por sobrevivir, The Clash absorvió lo bueno de su entorno y tomó la bandera para luchar musicalmente contra lo malo del mismo entorno, luchar contra "la autoridad que supuestamente estaba basada en la sabiduria, pero que era en realidad un sistema de control que no tenía ninguna sabiduría inherente". La película que nos muestra a los integrantes relatando su propio nacimiento, vida, pasión y muerte. Relatos intercalados por las canciones que los hizo famosos, por videos que documentan momentos cotidianos, pero importantes en la vida de ellos. El documental no trata de analizar lo obvio, justamente porque el Punk era eso, lo obvio, lo directo, la acción. No existe una voz que off que nos relate lo que estamos viendo, como si fuéramos ciegos que ven. Aquí sólo existe The Clash, su música y su historia. Enjoy.

martes, 22 de septiembre de 2009

AMERICAN GANGSTER


Frank Lucas, A.K.A. Denzel Washington: Frío al momento de asesinar, no hay señales de remordimiento en su rostro. No le gusta la atención, la sobreexposición. "¿Dónde está el orgullo de la propiedad?". La muerte de uno se convierte en un circo, en un espectáculo para el resto. No existe el respeto. Sólo el odio y el miedo. Pero a la vez es el modelo del empresario moderno: arriesgado y dispuesto a eliminar la mayor cantidad de costos para obtener mucha ganancia. Cuál es la diferencia con los empresarios legales: el producto. Rusell Crowe: miedoso, no preparado, honesto con su temor al cual quiere vencer. Soledad es lo que impregna la vida al personaje de Crowe. Richie Roberts es alejado de su hijo, pero a la vez es una salida para él. No se ve pero es implícito. Tiene temor a ser honesto, a no caer en las trampas de la desesperación. No pudo pasar de tener nada a tener todo pese a saber que ser corrupto es una poliza de vida. No es Serpico, pero su espíritu puede andar por ahí. Dtve. Truppo, A.K.A. Josh Brolin: su personaje sí vivirá. Corrupto hasta el hueso. Narco con placa, combinación letal. "Más importante que la vida de cualquier hombre, es el orden". Heroína: el vehículo directo a las puertas de San Satán, el neutralizador por excelencia. La heroína fue el negocio de los años setenta para los Frank Lucas y una de las razones por la que los Estados perdieron la guerra de Vietnam. Los lazos familiares son, además de la heroína y la relación que crea entre Lucas, Roberts y Brolin, el otro elemento en común en esta historia. "Lo más importante en un negocio es la honestidad, integridad y trabaj duro. La familia, nunca olviden de dónde venimos. ...O eres alguien o eres nadie". Lazos familiares, heroína, violencia -no mucha, pero sí la necesaria-, tensión... Todo eso puedes encontrar en esta película. Crítica? No la hay, no soy un crítico. Vela tú mism@. La del cierre: “El más escandaloso en la sala es el más débil”.

Declaración de principios

Proyecto Lado B es un abrazo a tod@s los que, como nosotros, están hartos de lo que las salas de cine ofrecen. Lado B quiere ser un espacio en el que tod@s podamos contarnos y describirnos las sensaciones que nos causan el ver las películas que nos gustan. Ser indiferente a las películas que nos venden no es malo. Lo malo es que la indiferencia sea costumbre para nuestros ojos. Somos lo que vemos, lo que somos, lo que escuchamos... Somos lo que consumimos. Lado B se abre como un espacio para los que gusten de hablar de cine. No somos críticos especializados. No somos cinematógrafos. Sólo somos hinchas de las películas que nos hacen sentir ira, rabia, alegría, pasión, energía. Películas nuestras. Cine diferente. Si sientes que quieres hablar de una película tuya y crees que nadie te va a entender, entonces eres uno de nosotros. Hablanos!

sábado, 19 de septiembre de 2009

LA NARANJA MECÁNICA


Un capítulo y mucha sangre oh, my brothers. Esas son las diferencias entre la novela de Anthony Burgess y la adaptación que de esa novela hizo el célebre Stanley Kubrick. Un capítulo y mucha sangre, elementos suficientes para hacer de un esfuerzo loable una corta representación de una obra tan horrendamente contemporánea como la del escritor inglés. Kubrick nos sintetiza, a su manera, el libro del escritor inglés arrancándole el último capítulo de un libro que se divide en veintiún capítulos agrupados en tres partes; el objetivo, según Burgess: darle una atmósfera publicitariamente maldita y comercialmente contracultural, después de todo hay que recordar que estamos en 1971, el comienzo de una década en la que la contracultura va a ser el establishment cultural paradójicamente. La película ofrece una visión a medias, dicho sea de paso, del personaje principal y hacia el personaje principal de la novela: el joven Alexander de Large. Según la novela, Little Alex es un hooligan empedernido que disfruta de la ultraviolence y de la milk-plus que se ingiere para alterar el pensamiento y acelerar la golova y disfrutar de los placeres de la nochy junto a sus droogs. La novela desarrolla de forma desgarradora y violenta la desquiciadamente acelerada vida de un joven rebosante de adrenalina y de una energía vital que, aparentemente, quiere destruir todo; su caída, propiciada por esa misma ansia de autoridad total ejercida sobre la violencia y el despotismo –cualquier similitud con los regímenes totalitarios europeos de los años sesenta es pura coincidencia-; y, finalmente, su redención ante la necesidad de trascender más allá de la realidad que él golpea directamente en el mentón con su oozy y corta avezadamente en la mejilla con su britva y, además, a la que detesta sobremanera por ser la de una sociedad graznhy y bratchny. La película de Kubrick, si bien no traiciona la esencia original de la novela –la violencia y el antisistemismo-, trafica con un conformismo que se infiere nato y que se apoya en la destrucción del alma humana, dejándola ahí, sin opción a ser reformada o salvarla de su propia putrefacción; a los ojos de Kubrick, Alexander de Large sigue siendo el mismo pequeño animal urbano que nos acompaña durante el viaje desde el primer capítulo hasta el capítulo veinte, en el que acaba su adaptación, sin opción a salvación ni redención. A mí me da la impresión de que ambas pudieron haber formado una mejor simbiosis adaptativa, lo cual no significa que Kubrick tenga que regresar de la tumba para ofrecer Appypolly logies a la fanaticada del libro, la adaptación es buena, pero como dije al inicio, es corta. El libro de Burgess es una apelación a la naturaleza misma del ser humano y, sobretodo, de la juventud, la energía vital que quiere cambiar el mundo, aunque para eso tenga que valerse de la ultraviolence y el drencrom en la golova para con sus droogs al ataque tener que ir. ¿Y ahora qué pasa, eh?