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domingo, 31 de octubre de 2010

A HELL ROAD MOVIE: THE ROAD, 2009

Miedo. La base del comportamiento humano. Miedo a morir, miedo al otro, miedo a la diferencia, miedo a lo que no se conoce, miedo al dolor, miedo a nosotros mismos. El Miedo es el combustible de nuestra existencia. El miedo a la soledad, el miedo a la libertad, el miedo a ser uno mismo. De pronto ser uno mismo es ser abominable para el otro. Tal vez ser la diferencia es ser víctima, víctima que tiene miedo ser ella misma. Cuando los hombres desaparezcan, los animales reinarán. Cuando la bondad muera en el mundo, sólo el hombre verdadero será dueño de él. Miedo. El miedo atrae a la paranoia, el miedo alimenta la desconfianza, el miedo carcome y alimenta los sueños. Nosotros somos el miedo caminante.

THE ROAD (2006) es una novela de Cormac McCarthy, autor que tiene entre sus obras -las que por referencia se señalan como clásicos de la literatura estadounidense- otra bajo el nombre de NO COUNTRY FOR OLD MEN (2005). ¿Les suena el título? Lástima. No he podido leer ninguna obra de este, al parecer, gran escritor estadounidense, ganador del premio Pulitzer. Sin embargo, he visto las adaptaciones al cine de ambas. En el caso de este post, THE ROAD (2009), adaptación del director John Hillcoat, con Vigo Mortensen -gran performance- y Kodi Smit-McPhee -buen arranque-.

La historia es simple, directa y efectiva. Es simple por ser la historia de amor de un padre protegiendo a su hijo en un viaje a través de un mundo que se destruye poco a poco, un mundo en el que la vida parece ser lo último que adquiere valor y en donde el ser humano ha mostrado su verdadero rostro ante la desesperación. Directa porque a pesar de momentos de tensión propios de una hell-road-movie -¿existe esa categoría?- se mantiene una línea recta y afilada como un cuchillo que se incrusta en nosotros con cada momento de acción que se siente venir. Por último, efectiva porque no apela a los grandes despliegues de recursos técnicos, ni a los efectos especiales gigantescos y desnaturalizadores, las escenas de acción son pocas y crudas, lo que las hace impactantes.

El miedo es el primer y principal motor de los personajes en esta película. Es la primera columna, el primer sostén de THE ROAD. En ella se nos muestra el deterioro mental al que es sometido el ser humano al no poder superar una ituación adversa y desesperante (la escena de la casa con la familia que ha encerrado a su cena es muy buena); la angustia por no saber cómo proteger a un ser querido más allá de nuestras propias limitaciones y el valor para asumir una decisión extrema ante ese escenario (la escena en la que el Papa le enseña al hijo qué hacer si está próximo a ser atrapado); pero también nos muestra el valor de la humanidad presente en muy pocos personajes que se resisten a perder esa condición a pesar de la desesperanza y el miedo (el encuentro en el camino con un contundente Robert Duvall y con Guy Pierce).

Un párrafo para la segunda columna, el segundo sostén de la película. Vigo Mortensen tiene un papel diferente a los que tuvo por ejemplo en EASTERN PROMISES, A HISTORY OF VIOLENCE, sin mencionar su papel más conocido en THE LORD OF THE RINGS, en el que su presencia física y su fuerza era una constante. Aquí nos muestra a un personaje con una gran fuerza de espíritu que tiene su fuente de poder en su hijo para poder protegerlo a través de su viaje hacia el sur. Mortensen se nos muestra como un personaje con el miedo en la piel, la desesperación en las manos y la muerte en el pensamiento. Grande Vigo.

Película seca, directa, contundente, sin aspavientos, sin falsos momentos dulces, sin sobreactuaciones ni desproporciones en la historia. Película gris y conmovedora. En resumen, una gran película. Vayan a verla antes de que la saquen de cartelera.

martes, 19 de octubre de 2010

MARIO VARGAS LLOSA

No creo en los premios. No creo que los premios sean un indicador incuestionable de lo que es bueno, y de lo que sea malo, en el mundo de la cultura, y el arte. Un artista se expresa de acuerdo a la necesidad de su alma, de su espíritu libre y creador, conjugado con su talento, y su dedicación (por lo mismo no creo en esa vieja idea de Cortázar acerca del escritor profesional. La universidad no forma artistas).

Los escritores no necesitan premios.

Un escritor no trabaja para ser premiado. Ningún escritor, que se precie de serlo, escribe buscando fama y fortuna, así como nunca vende sus opiniones, ni permite que lo censuren, o que censuren a otros artistas, e intelectuales. Un escritor de verdad ejerce la libertad. Y un premio no es más que la satisfacción de la vanidad.
Así sea el Premio Nobel de Literatura.

Por eso mismo, Mario Vargas Llosa no necesitaba un Nobel (así como no lo necesitaron, en su momento, y mucho antes que Mario, dos representantes del alma nacional peruana: César Vallejo, y José María Arguedas). Cortázar nunca lo necesitó. Kafka tampoco. Mucho menos Borges.

Ni Sartre (en uno de los gestos más emblemáticos, y admirables, de los últimos tiempos -y el más emblemático, y hermoso, en el mundo de la literatura contemporánea-, Sartre rechazó, en 1964, el premio Nobel).

Mario nunca necesitó un Nobel para demostrar su grandeza como escritor. No lo necesitó para escribir una de las obras fundamentales de la literatura nacional, y que por necesidad (y, los científicos sociales, por obligación) cada peruano debería leer: Conversación En La Catedral, de 1969 (que junto a La Ciudad Y Los Perros, de 1962, y La Casa Verde, de 1966, representan lo mejor, y más trascendental, de la obra del escritor -de su conjunto de obras, luego de romper con Fidel, la revolución cubana, y la izquierda política e ideológica, rescato La Guerra Del Fin Del Mundo, de 1981, y sobre todo, El Pez En El Agua, de 1993, un libro de memorias necesario para entender a Mario y sus desavenencias con el Perú, con el socialismo, y con él mismo), que junto a Todas Las Sangres, de 1964, de José María Arguedas (la crítica literaria rescata el valor estético de Los Ríos Profundos, de 1958, pero, a mí parecer, Todas Las Sangres encierra, en sí misma, un valor histórico, y filosófico -sin dejar de lado su valor estético- imprescindible), representan -junto a la poesía de Vallejo- al alma nacional. Mario, y José María, en sus encuentros y desencuentros, en sus convergencias y sus separaciones, en sus amores y odios, en fin, en sus contradicciones, representan, juntos, el espíritu nacional.

Representan al Perú.

Personalmente, no comparto la euforia que ha desatado la entrega de este distinguido, y reconocido, premio (que, dicho sea de paso, y es necesario resaltarlo -no reconocerlo sería mezquino, y muy peruano-, Mario se lo tiene bien merecido por su trabajo, resultado no solo de su esfuerzo sino de su genialidad que proviene de su espíritu libre y creador, y su aporte en el campo de la literatura peruana y mundial. Mario, junto a Vallejo, Alegría, Heraud, Arguedas, y Ribeyro, configuran lo mejor de nuestra literatura). No comparto la algarabía. No soy parte (ni quiero serlo) de la fiesta.

¿Por qué? ¿Acaso no me alegra que un peruano haya ganado el premio Nobel?
Al contrario. Al enterarme de la noticia mi primera reacción fue de alegría, a la que sobrevino la nostalgia (recordaba que mi pasión por la política, y mi primer acercamiento con Mario, se inició en el año de 1989, a los diez años de edad, cuando me convertí en un ferviente simpatizante del Frente Democrático, Fredemo, apoyando, moralmente, la candidatura de Mario a la presidencia. Años más tarde, cuando estudiaba en la universidad, recordando esto, pensaba, medio en broma, medio en serio, que para ser de derecha en este país, uno tiene que tener la edad mental de un niño de diez años). Pero, tal como lo mencioné al principio, no creo en los premios. Los cuales no tienen, tampoco, nada de malo, pero, si tienen, en la mayoría de los casos (y sobre todo en una sociedad como la peruana) consecuencias negativas. La principal es la construcción de mitos en el imaginario social (tal como lo demuestran, actualmente, diferentes artículos, publicados, y dedicados a Vargas Llosa. Un artículo diferente, y recomendable, que escapa al halago fácil, y al encomio zalamero, es: Contra Viento Y Marea, escrito por César Hildebrandt, y publicado en el semanario Hildebrandt En Sus Trece, en su edición del 8 de octubre). Y estos mitos generan verdades absolutas en las estructuras mentales.

Imágenes falsas.

Y estas generan, a su vez, olvidos, e inconsecuencias, como pensar en un Vargas Llosa cuya voz sea la que ordene, y determine -tal como lo hace la derecha política en el país-, lo que es bueno, y lo que es malo, en el Perú, y Latinoamérica (cuando el pensamiento de Vargas Llosa está determinado -como el de todos- ideológicamente, y sus propuestas, y proyectos políticos, están condicionados por la ideología liberal, lo cual los hace admirables -como su defensa de los derechos humanos- discutibles, debatibles, y en muchos casos inaceptables -recordemos que Vargas Llosa defendió la invasión de EE.UU. A Irak en el 2003, defendió el golpe de estado en Honduras en el 2009, y defiende el modelo neoliberal, modelo político que se caracteriza por perpetrar la injusticia, la desigualdad, el racismo, la discriminación, la corrupción, la pobreza, y la miseria, en nuestro país), dejando de lado los cuestionamientos, y la crítica. Resignando el libre pensamiento, y condenando la esperanza. Forjando un pensamiento miserable.

Un pensamiento acrítico...

Like a rolling stone.

Luis Enriquez
Historiador

LA FELICIDAD DE LOS PERUANOS

Artículo escrito el Lunes 4 de octubre del 2010

Las elecciones municipales realizadas el día de ayer, domingo 3 de octubre, han generado una serie de análisis, desde los espectros ideológicos de la derecha y la izquierda, en relación a las causas, y consecuencias, de este proceso electoral en la ciudad de Lima principalmente.

Por un lado, la extrema derecha ha sostenido, a través de "sus" diferentes medios de comunicación, que la izquierda de Stalin, Mao, y Gonzalo, estaría detrás de la candidatura de Susana Villarán, y que un posible triunfo de Fuerza Social significaría un retroceso hacia la barbarie.

Por el otro lado, la izquierda ha sostenido, en los medios donde se lo han permitido, que la izquierda ha renacido como fuerza política (indiferente a los resultados que se puedan dar, ya que sostienen que el nivel porcentual de percepción de votos -39% hasta el momento- les permite dar tal afirmación).

Estas afirmaciones, tanto de la derecha como de la izquierda, resultan caprichosas, por no decir falsas, o erróneas.

¿Por qué?

Porque, en primer lugar, detrás de Susana Villarán no se encuentra ni Stalin, ni Mao, ni Gonzalo. Detrás de Villarán se encuentra una confluencia de izquierda. Es decir, un conjunto político heterogéneo que se caracteriza por estar ubicado en el espectro ideológico de la izquierda (diferenciados por sus referentes de análisis sociales, que pueden ser, por ejemplo, desde Marx y Lenin, pasando por Stalin y Castro, hasta Flores Galindo Y Galeano), y que impulsó, y apoyó, la candidatura de Susana Villarán. Y un triunfo de Fuerza Social no significaría un retroceso, ni pondría en peligro este injusto y cruel modelo de democracia (en realidad, los programas, tanto de Fuerza Social como del Partido Popular Cristiano, P.P.C. Es decir, tanto el de la izquierda como el de la derecha, tienen más coincidencias que diferencias).

Y en segundo lugar, la izquierda no ha renacido como fuerza política.
Entonces, ¿qué se ha producido?

Estas elecciones han producido un nuevo escenario político, otro fracaso, y un país feliz.

Si bien es cierto que este nuevo escenario apertura, para las elecciones presidenciales del 2011, un espacio para una candidatura, electoralmente importante, de izquierda (hecho innegable, a pesar de los obstinados analistas de la derecha quienes sostienen que estas elecciones no han producido un nuevo escenario, y que por lo tanto, de acuerdo a estas apreciaciones, nos encontraríamos en una suerte de inmovilidad política), esta candidatura no reflejaría un renacer político de la izquierda así como el éxito de Susana Villarán no refleja este supuesto renacer.
El éxito de Susana Villaran no es ideológico.

El éxito de Villarán es político. Políticamente peruano. Es decir, tal como se entiende la política en el Perú: gesto, simpatía, y caudillismo.

La ideología es un afeite para los políticos peruanos.

Lamentablemente, para Lourdes Flores y el P.P.C. Se dieron cuenta de esto demasiado tarde (o tal vez a tiempo, no lo se hasta el momento), y desarrollaron su estrategia de campaña (post caída de Kouri) de acuerdo a una diferenciación ideológica (resultaba, entre risible y patético, leer, y escuchar, a Aldo Mariátegui o a Jaime De Althaus, hablar y escribir de un enfrentamiento ideológico -como si se tratara de un enfrentamiento entre el estatismo y el libre mercado-, cuando ya he remarcado, líneas arriba, que los programas, de Lourdes y Susana, son muy parecidos, y porque además estos y muchos "intelectuales", y políticos, de derecha, desde que cayó el muro de Berlín y la U.R.S.S. sucumbió en sus propias contradicciones, pregonan el fin de la historia y: ¡la crisis de las ideologías!). Cuando Flores se dio cuenta de este error (cosa que por ejemplo no hizo Vargas Llosa en las elecciones presidenciales de 1990, quien cometió el mismo error que cometió Flores), y decidió cambiar su estrategia (dejo de ser la políticamente correcta Lourdes Flores para convertirse en una suerte de versión femenina de ese animal político llamado Alan García) desde el día del último debate municipal, estuvo (o está) muy cerca de la victoria (esto se demuestra en el estancamiento, en la última semana, de Villarán -gracias a que Flores, y no sus desafortunados aliados como Correo y La Razón quienes con su campaña ayudaron a Susana,"dinamitó" la imagen, construida en el imaginario social peruano, de Villarán- y en el repentino crecimiento de Flores).

El aparente triunfo electoral de Susana Villarán no significa un renacer de la izquierda, ni mucho menos. Lo que significa, además de la apertura de un nuevo escenario político en el horizonte de las elecciones del 2011, es, en primer lugar, la confirmación de que la práctica política en el Perú se caracteriza por la ausencia total de ideas (cuya consecuencia es el total desconocimiento, por parte del electorado, de los programas y proyectos políticos), y, en segundo lugar, por la resignación de los grupos o movimientos políticos que proponen ideas, y "novedosas" maneras de entender la política (una "nueva" práctica política que se distinguiría por las nada novedosas: presentación de proyectos, lucha de ideas, respeto, honestidad, pero que en el Perú parecería realmente una novedad), a "naufragar" en la política criolla peruana en la cual Fujimori fue presidente, Alan es presidente, y Keiko puede serlo.

¡Y Humala también! (Ollanta, desde el símbolo de su agrupación política -la O de Ollanta- demuestra que su "partido" es él. Y él es un aventurero. Tiene todas las credenciales de un aventurero. Un aventurero con el aval de un sector de la izquierda (así lo demuestra el manifiesto: ¡Por La Gran Transformación Del Perú!, firmado por la intelectualidad pragmática de la izquierda -lo cual no me sorprende de muchos de ellos, pero si me causa pena por una persona que respeto, académicamente, como Sinesio López. Los intelectuales deberían ser la conciencia crítica de la sociedad, y no representar a, lo que Vargas Llosa llamó: los intelectuales baratos). Un aventurero que se parece mucho al aventurero Fujimori. Un aventurero que una vez elegido puede instaurar una dictadura fascista, que sería el colofón perfecto de este país condenado por sus clases dirigentes, su clase política, y por sus propios ciudadanos.

Este proceso electoral, más allá de la apertura de un nuevo escenario político, nos ha demostrado que, una vez más, la derecha política ha fracasado. Y la izquierda también. Que no existe un horizonte utópico. Solo existe la utopía. Que la sociedad peruana es una sociedad feliz. Y los peruanos vivimos felices.
Y la felicidad es la ignorancia...

Like a rolling stone.

Luis Enriquez
Historiador

sábado, 16 de octubre de 2010

LIMA CAPITAL, ESTILOS DE GRAN URBE

"Hace tres días y tres noches que vive en el estómago de la ballena verde".
Carlos Yushimito

"Llego al palacio en taxi. La imagen es una señal, pienso, todo volverá a ser como antes".
Juan Manuel Robles


Llegaron las horas del mediodía. Acabo la pequeña presa que tenía en el almuerzo. Cambio de turno, y de lugar. Biblioteca, no muy valorada por sus visitantes. Pero trabajo acá, y felizmente puedo pasear por sus seis pasillos pequeños. Oh sorpresa! Un libro que llama la atención. Lo veo arriba, lo saco, y tengo que limpiarlo. El polvo me hace notar que no muchas manos lo han tocado. Cómo se llama? Ya lo viste el título de este post. Pero por fuerza de formalismo lo mencionaré, en el otro párrafo.

En LIMA CAPITAL, ESTILOS DE GRAN URBE encontraremos una gran selección de fotografías que componen la visión de los autores en relación a la problemática de la gran Lima actual y sus habitantes. Los contrastes, las fortalezas, las esperanzas, los defectos, las virtudes, los personajes, todo en una gran cantidad de fotografías que nos llevan en un viaje por los diferentes distritos de este monstruo de más de ocho millones de cabezas que es Lima.

Este libro cuenta con el esfuerzo conjunto de fotógrafos como Adrián Portugal, Eitan Abramovich, Enrique Castro-Mendívil, Guillermo Figueroa, Max Cabello, Renzo Giraldo, Sergio Urday, Verónica Salem, Walter Hupiú y El Comercio; junto a redactores como Luis Miranda, José Miguel Cabrera, María Luisa del Río, Óscar Tramontana, Juan Manuel Robles, Carlos Yushimito y Juan infante; todos bajo la coordinación y dirección de El Comercio. Su primera edición, que es de la que les estoy escribiendo, fue del 2007 y su tiraje fue relativamente pequeño: 4000 ejemplares.

Es una obra de vital importancia para entender visualmente a la horrible y bella Lima. Lima es como una Medusa, no puedes mirarla directamente, pero es inevitable hacerlo. Atrapa y decepciona, esperanza y golpea. Lima es una constante evolución. Es un ente vivo que carcome, pero que también acaricia y protege. Solíamos decir alguna vez que la única manera de andar por sus calles es temiéndole, y puede que aún sea cierto, aunque la gravedad nos atraiga siempre a su seno.

Buenos textos, algunos con un ingenio increíble -como aquella conversación e-mailiana- complementan las imágenes. Los temas son varios, como los conos de la ciudad: el arte callejero del graffiti, historias de barrio, el mar como presencia y razón de ser de algunos distritos de Lima, la soledad y fortaleza del deporte amateur, el centro de Lima, los eternos recorridos en el estómago verde de un bus con número, etc. Contiene también gráficas detalladas de manera fácil y entendible con un diseño pop art que hace más digeribles sus lecturas, además de datos estadísticos que complementan la información.

En resumen, un buen libro que debe ser parte de tu biblioteca. Claro, si es que quieres conocer un poco más de esa Lima que te aterra. De esa Lima en la que siempre estás.